El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia recomienda el uso de lentes de contacto en verano por su comodidad

Advierten que hay que realizar un mantenimiento correcto, respetar las indicaciones del porte y procurar una buena higiene para evitar infecciones 

Eduardo Eiroa, presidente: “Más del 90% de los problemas provocados por las lentillas se derivan directamente de cuidados inadecuados por parte del usuario”

Las altas temperaturas del verano empujan a refrescarse en el mar o la piscina. El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia propone a los usuarios de gafas una alternativa más cómoda para disfrutar del verano y practicar deportes, las lentes de contacto, producto sanitario que ya utilizan más de 2,5 millones de personas en España.

Los optometristas explican que es fundamental que las lentes de contacto se entreguen en envases sin manipular y sin abrir, diferenciando las lentes de los ojos derecho e izquierdo. Para proteger los ojos se deben seguir responsablemente las instrucciones de uso y conservación de las lentes de contacto, además de realizar un mantenimiento correcto y mantener su higiene, con el objeto de evitar molestias y problemas corneales, como erosiones, úlceras o infecciones. “Más del 90% de los problemas provocados por las lentes de contacto se derivan directamente de un mal porte o cuidados inadecuados por parte del usuario, ya sea exceder en el tiempo de porte o una mala higiene” –explica el presidente del Colegio, Eduardo Eiroa–.

Los usuarios deben exigir que un profesional adapte sus lentes de contacto de forma correcta a los ojos con un examen completo y una prueba previa de porte, además de recibir las indicaciones de uso y manipulación a través del adiestramiento de un óptico-optometrista. Aunque la lente de contacto es un producto sanitario que debe estar dispensado por un óptico-optometrista, todavía hay muchas personas que deciden comprar sus lentillas en páginas web dedicadas a su venta sin ningún control profesional ni sanitario, algo que pone en riesgo su salud visual y puede causar la aparición de alteraciones visuales e incluso daños oculares. Entre las alteraciones detectadas en los establecimientos de óptica destacan las conjuntivitis, inflamaciones de la córnea, reacciones alérgicas, abrasiones en la córnea por un mal ajuste de las lentes de contacto y la reducción de la agudeza visual, que puede interferir en actividades diarias como leer o conducir. Además, en los casos más graves se han detectado queratitis microbianas, una infección poco frecuente pero grave, y úlceras en la córnea que pueden requerir de tratamiento oftalmológico y en los peores casos degenerar en una discapacidad visual.

Para la época estival, los optometristas gallegos recomiendan las lentes de contacto desechables diarias, puesto que se evita el trabajo continuo de limpieza que puede resultar complicado cuando se viaja. Aunque estas lentes tengan filtro ultravioleta, los profesionales gallegos recuerdan que no sustituyen a las gafas de sol, pues solo protegen de la radiación solar la córnea y parte de la conjuntiva, pero el resto del ojo y los párpados continúan expuestos.

Soluciones únicas y limpieza mecánica 

Los problemas más importantes en la visión de usuarios de lentes de contacto son las infecciones, la mayoría relacionadas con bacterias y la falta de limpieza de las lentillas. Los optometristas gallegos señalan que las bacterias tienen dificultades para adherirse a la superficie de la córnea gracias a la labor de los párpados y la lágrima, pero en el caso de usuarios de lentes de contacto las bacterias se instalan entre la córnea y la lente de contacto impidiendo la actuación de estos mecanismos naturales de protección del ojo.

Los ópticos-optometristas gallegos indican que es imprescindible lavarse “siempre” las manos antes de manipular las lentes de contacto –también para quitárselas de los ojos–, además de seguir una correcta higiene de sus estuches, que se deben sustituir de forma periódica. Explican que es necesario cambiar el líquido en el que se guardan las lentes de contacto cada día y, en caso de no utilizarlas a diario, cambiarlo cada vez que se usen o, al menos, una vez a la semana. “La mayoría de los líquidos para el mantenimiento de lentes de contacto pierden eficacia a partir de los 60 días después de abierto, o si permanecen expuestos a temperaturas elevadas, como por ejemplo en el interior de un vehículo aparcado al sol. Es bueno consultar este dato en las instrucciones del propio producto y, si prevemos que no lo vamos a necesitar todo antes de esa fecha, lo mejor es optar por envases más pequeños” –destaca Eiroa–.

Aclaran también que la limpieza de las lentes de contacto no consiste solo en colocarlas en una solución única, es necesario “frotarlas con las yemas de los dedos para realizar una limpieza mecánica”. Como mínimo, indican que se debe utilizar una solución única, pero jamás una solución salina y “nunca agua del grifo para su limpieza”. Existen diferentes tipos de soluciones únicas y el usuario debe seguir los consejos de su optometrista, que le recomendará la más adecuada para su caso. En ocasiones, recuerdan que la limpieza se puede completar con un jabón para lentes de contacto o incluso con una limpieza enzimática o con sistemas de peróxido. “Siguiendo estas normas básicas de mantenimiento e higiene de lentes de contacto puede reducirse el riesgo de sufrir una infección a causa de más de un millón de bacterias diferentes a tan solo una treintena” –explica el presidente–.

Además, los optometristas señalan que las lentes de contacto pueden usarse a cualquier edad, pero para ello es imprescindible el control y seguimiento de un óptico-optometrista para evitar y solucionar cualquier tipo de complicación.

En ocasiones las lentes de contacto son preferibles a las gafas por los siguientes motivos:

  • Mayor campo visual.
  • Mayor facilidad de adaptar la graduación adecuada en los casos en que las diferencias entre ambos ojos sean significativas.
  • Más seguras para la práctica de determinados deportes o actividades. 

Sal y cloro, irritantes para los ojos

Los ópticos-optometristas gallegos señalan que el cloro es un irritante que altera de forma significativa la superficie de los ojos, por lo que hay que intentar evitar, en la medida de lo posible, el contacto directo con el agua de las piscinas utilizando gafas de natación adecuadas. Igualmente sucede en la playa con el exceso de sal en el agua, aspecto que puede ayudar a resecar e irritar los ojos por lo que también se recomiendan las gafas de buceo.

Por otro lado, la sequedad propia del verano en ambientes lejanos al mar, sobre todo en la montaña, provoca una mayor evaporación de la lágrima, aumentando la sensación de ojo seco. Si esto sucede de forma continuada, es conveniente acudir a un especialista para que nos ofrezca posibles soluciones.