Los optometristas gallegos se especializan para tratar a personas con discapacidad visual

Baja Visión

Noticia en el Informativo de TVG. 22.05.16

 

Adrián Pérez, optometrista: “Los pacientes con pérdida visual tienen la opción de mejorar su calidad de vida y reducir sus efectos acudiendo a las unidades de Baja Visión”

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia organizó este curso en Santiago que contó con la asistencia de treinta y siete profesionales y estudiantes de optometría

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia celebró este fin de semana un curso sobre “Iniciación en Baja Visión”, que se impartió en la sede de la entidad en Santiago (calle Salvador García Bodaño, 2, 1º C) el sábado-21 de 16:15 a 21:00 horas y el domingo-22 de 10:00 a 14:30 horas. La jornada formativa estuvo impartida por el óptico-optometrista Adrián Pérez que inició a los asitentes en el área de Baja Visión abordando desde conceptos básicos, protocolo de actuación y presentación de ayudas visuales especiales. Participaron treinta y siete ópticos-optometristas colegiados y alumnos de 4º curso del Grado de Óptica y Optometría de la Universidade de Santiago de Compostela.

Adrián Pérez explica que la Baja Visión es la condición visual de una persona con una reducción importante de su visión, que no mejora utilizando la adecuada corrección en gafas, lentes de contacto e incluso acertados tratamientos médicos, farmacológicos o quirúrgicos, lo que dificulta la realización de actividades en la vida cotidiana. Indica que se considera que un paciente tiene Baja Visión cuando, tras la mejor corrección óptica, su agudeza visual en el mejor de los ojos es menor o igual de 0,3, o un campo visual inferior a 20º.

El optometrista señala que esta pérdida visual puede tener su origen en diferentes enfermedades que afecten al nervio óptico o a la retina, manifestándose con pérdidas en el centro o en la periferia de la visión. Apunta que en los países desarrollados las patologías más comunes que causan Baja Visión son la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la retinopatía diabética, el glaucoma y la retinosis pigmentaria.

Aunque los avances en la cirugía y en los tratamientos oftalmológicos han sido notables en las últimas décadas, el optometrista explica que convivir con una discapacidad visual no puede considerarse a día de hoy un hecho aislado. “Todavía no existen tratamientos definitivos para patologías como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la retinopatía diabética y la retinosis pigmentaria, y los existentes solo son efectivos para frenar la evolución en algunos casos, pero no para su curación. No obstante, la terapia genética, los implantes y trasplantes retinianos y los tratamientos farmacéuticos siguen avanzando, y es posible que en un futuro consigan devolver la visión a las personas con ceguera absoluta. Sin duda, esto seguirá modificando las características de la población con discapacidad visual y tendrá una clara repercusión en los programas de rehabilitación” –explica–.

Pero en la actualidad la realidad es otra y debido al aumento de la esperanza de vida, los datos muestran que las personas con discapacidad visual incrementarán su número. En este punto, Adrián Pérez considera que los trastornos visuales son un gran impedimento para desempeñar muchas actividades, de ahí que muchos pacientes estén interesados en vigilar su patología y, todavía más, abolir sus consecuencias. Es ahí donde aparece la unidad de Baja Visión y la necesidad del óptico-optometrista de especializarse en esta área.

Además, el experto considera que la relación optometrista-oftalmólogo debe mejorar, ya que “cuanto más estrecha sea esta unión mayor beneficio obtendrá el paciente”. Por un lado, Pérez explica que los pacientes deben ser tratados por su oftalmólogo que agotará todos los tratamientos médicos oportunos en función de la patología. Y por otra parte, explica que el optometrista se encargará de intentar abolir las consecuencias de la enfermedad mediante entrenamientos, estrategias y ayudas visuales diferentes a las cotidianas.

En la prevención y detección de la patología y consecuente posibilidad de Baja Visión, Pérez apunta que juegan un papel importante las revisiones periódicas a oftalmólogos y optometristas para, ante cualquier indicio de riesgo de padecer alguna patología que merme la visión, adopten las medidas oportunas. “Los pacientes con discapacidad visual tienen la opción de mejorar su calidad de vida y reducir sus efectos acudiendo a las unidades de Baja Visión, desde donde se lucha para que estas personas puedan recuperar sus actividades cotidianas y hobbies, tareas necesarias para ser autónomo y feliz, que debido a su pérdida visual han tenido que abandonar” –indica–

En cuanto a la rehabilitación, Adrián Pérez señala que un programa completo de rehabilitación visual incluye la prescripción de ayudas visuales y la optimización del resto visual mediante el desarrollo de la visión excéntrica, habilidades de trazado, exploración, seguimiento y retorno, habilidades de la vida diaria o técnicas de orientación y movilidad. “El leer y ver la televisión no perjudican al resto visual, si no que lo mantienen activo, haciéndole recuperar la funcionalidad perdida; en cambio, la luz solar perjudica al resto visual y el paciente debe llevar un filtro especial para su patologia” –asegura el optometrista–.